Tejer como Sanación: Redescubre Tu Pasión

Tejer como sanación es una experiencia que muchas tejedoras vivimos en silencio. Este texto es una invitación a volver a conectar desde el alma.

Cuando pensamos en tejer, muchas veces lo asociamos a la creación: hacer una prenda, regalar algo hecho con nuestras manos, vender nuestros productos o simplemente aprender una técnica nueva. Pero tejer es mucho más que eso. Para muchas de nosotras, tejer ha sido también un refugio, una forma de sanar heridas invisibles, de reencontrarnos con nosotras mismas cuando todo lo demás parece tambalear.

No siempre fue así. A veces el tejido se transforma en una carga. Lo que comenzó como pasión se convierte en obligación: hay que publicar, vender, producir, mostrar resultados. Y lo que antes nos llenaba, de pronto se vuelve una fuente de frustración. A mí me pasó. Me enojé con el tejido. Me sentí agotada. Después de años dedicándole tiempo, energía y corazón, las redes no devolvían nada, los cursos se vendían poco o pedían otro tipo de videos y no contaban con los conocimientos previos para aprender , y el esfuerzo parecía ir al vacío. Dejé de disfrutarlo. No quería tejer más.

Pero lo que una ama de verdad no desaparece. Se esconde, espera su momento. Y cuando las cosas se acomodan —aunque sea un poquito— vuelve a aparecer. Y vuelve distinto. Vuelve más suave, más calmo. Así me reencontré con el tejido: no para vender, no para demostrar nada, sino para volver a mí. Para sentarme con el mate, poner algo de música, y simplemente dejar que mis manos hagan lo que saben hacer desde siempre.

En ese reencuentro revivi algo poderoso: el tejido como herramienta de sanación. No importa si estás pasando un mal momento, si tu mente va a mil, si sentís que no das más. Tejer, punto a punto, tiene un ritmo que ordena. Es casi una meditación. Nos obliga a estar presentes. A frenar. A respirar. A sentir que, aunque el mundo esté patas arriba, hay algo que depende solo de nosotras: ese ovillo, esa aguja, ese momento.

Muchas veces recibo mensajes de tejedoras que me cuentan lo mismo. Que dejaron de tejer porque se sintieron desvalorizadas. Porque les cuestionaron el precio, porque no vendieron nada, porque se compararon con otras y sintieron que no estaban a la altura. A todas ellas les digo lo mismo: está bien parar. Está bien enojarse. Pero también está bien volver. Volver con otras reglas, desde otro lugar. Volver a tejer para una misma. Para sanar.

Si estás en esa etapa, si sentís que el tejido ya no te da lo que antes, te invito a preguntarte: ¿qué pasaría si dejaras de hacerlo por obligación? ¿Y si tejieras solo por placer? ¿Y si, en lugar de perseguir resultados, simplemente volvieras a tejer para reencontrarte con vos?

El tejido no tiene que ser productivo para ser valioso. No tenés que convertir todo en contenido. No tenés que estar vendiendo siempre. A veces, tejer es simplemente estar. Es sostenerse. Es volver a conectar con algo interno, profundo, íntimo.

Hoy, cada vez que agarro una aguja, lo hago desde otro lugar. No me exijo como antes. No busco likes, ni validación. Me basta con el silencio, con el hilo que se desliza, con el abrigo que se construye. Y si algún día eso se transforma en un post, en un curso o en una venta, bienvenido sea. Pero si no, también está bien.

Tejer también es sanar. Y sanar lleva tiempo, lleva pausas, lleva mucho amor propio. Por eso, si estás pasando por ese momento de duda, si sentís que perdiste el sentido, no te castigues. Tal vez solo necesitás recordar por qué empezaste. Y permitirte volver.

Si esta entrada te hizo bien, te invito a compartirla. Y si querés contarme tu historia, te leo con el corazón abierto.

Gracias por estar del otro lado. Y gracias por tejer, aunque sea en silencio.

  • Ana / Tejer en Casa


Descubre más desde Tejer en casa

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Contenido protegido!!